Tras 80 días de su desaparición forzada, el cuerpo sin vida de Santiago Maldonado apareció flotando en el río Chubut el pasado 17 de octubre. Como un chiste de mal gusto, el mismo día en el que apareciese Luciano Arruga enterrado como “NN” en el cementerio de la Chacarita en 2014. Al cierre de esta edición no han concluido las pericias sobre el cuerpo como para determinar cómo murió. Pero de todas maneras, lo que se sabe: se lo vio con vida por última vez el 1° de agosto cuando la gendarmería, sin orden de ningún juez, irrumpió en la Pu Lof Chushamen (comunidad mapuche) reprimiendo con balas de goma, plomo y piedras.
Por este motivo, por el marco represivo, es que la gendarmería es responsable. Pero el asunto no queda allí. El jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti, fue visto hablando con la gendarmería en el lugar de los hechos ese día. Cualquiera con algo de sentido común, no se come el cuento de que “pasaba a saludar”. De este modo, queda manifiesta la responsabilidad política de la ministra Patricia Bullrich, que incluso durante estos tres meses se ha encargado de defender a gendarmería y enturbiar la investigación difundiendo información no chequeada, nombres de testigos, sugiriendo hipótesis descabelladas…
Visto de otro modo, se torna bastante evidente la postura a favor del italiano Carlo Benetton, la otra parte en la disputa por la tierra que los mapuches reclaman históricamente. Vale mencionar que el empresario posee 900 mil hectáreas en la patagonia donde, entre otras cosas, cría ovejas que proveen parte de la lana que utiliza su marca de ropa. Es que si hay algo que en todo este conflicto no se pone en cuestionamiento es la propiedad privada (en este caso de la tierra). Tras la nefasta Campaña del “desierto” entre 1878 y 1885, el Estado argentino se ha encargado de favorecer la posesión y concentración de tierras en manos privadas y, particularmente, extranjeras. Nada nuevo bajo el sol: el Estado defendiendo al capital, es decir, cumpliendo la tarea para la que fue creado.
El rol de los medios
En los tres meses que lleva este conflicto (bastante más si tomamos en cuenta la disputa territorial de los pueblos originarios y, en particular, los mapuches) el gobierno ha contado con un aliado que una vez más se muestra sumamente poderoso: los medios de comunicación. Todos los principales grupos mediáticos han jugado de distintos modos para encubrir o desligar las responsabilidades políticas detrás del caso Maldonado. En estas semanas hemos escuchado todo tipo de hipótesis: desde que el grupo mapuche RAM es financiado por organizaciones inglesas, que está ligado a Isis y a las FARC colombianas, hasta que la propia familia Maldonado estuvo implicada en la desaparición para ayudar a la oposición en la campaña electoral.
En torno a esas ideas delirantes se fue tejiendo un entramado entre los medios, las redes sociales, las hordas de “trolls” (miles de usuarios de facebook y twitter que sistemáticamente bombardean y desparraman una idea, generalmente funcional al gobierno; gran parte de ellos, respondiendo a empresas que se dedican a esta nueva forma de guerra sucia) y los propios funcionarios oficialistas, cuyo fin es generar un gran impacto. Es decir, influir en el sentido común, en aquello que repite cualquiera en forma de opinión sin estar metido en tema, tan solo basándose en “lo que ve”: por eso hablamos de “grandes” medios, por su gran llegada a enormes sectores de la población. En este caso, eso que llega es un show de mentiras cocinadas para que cualquiera se las morfe.
De este modo, quedó conformado un verdadero frente político entre el gobierno y los medios, que atacaron incansablemente el pedido de justicia de familiares y organizaciones de derechos humanos. Este frente hizo lo imposible por desligar a la gendarmería, defender al gobierno y amplificar la voz de los funcionarios que, como Lilita Carrió, Bullrich o el propio Juez Guido Otranto (luego reemplazado por Gustavo Lleral), cabalgaron esta campaña infame.
Por otro lado, este mismo frente se ocupó de distorsionar o invisibilizar las movilizaciones enormes que hubo en distintas partes del país, no mostrando centenares de miles de personas en la plaza o refiriéndose solo a “hechos violentos”. En otros casos, directamente optando por no decir ni una palabra. Por ejemplo ante las represiones que ocurrieron luego de aquel 1º de agosto en el Bolsón a manifestantes; los comunicadores populares detenidos luego de la marcha del 1º de septiembre; o a la propia comunidad mapuche cuando el 20 del mismo mes gendarmería, en un supuesto allanamiento en Vuelta del Río -Chubut-, mantuvo a varios de sus miembros con las manos precintadas y donde misteriosamente fueron quemadas varias casas.
Es que la magnitud de estos ataques están directamente relacionados con el nivel de movilización y solidaridad que generó la desaparición y muerte de Santiago. Esto no es casual dada la gran sensibilidad que genera en nuestro pueblo trabajador la lucha contra los casos de desaparición, más cuando el Estado tiene metida la cola. Pero los medios jugaron abiertamente en contra, reeditando discursos contra la violencia política cuando la ejercen los oprimidos (legítima, en nuestra opinión), demonizando al pueblo mapuche con el famoso “algo habrán hecho”, en fin, mintiendo lisa y llanamente.
Sergio Maldonado agradece por el apoyo al Sueco Lorkipanidse, referente de la Asociación de ex Detenidos Desaparecidos y del Encuentro Memoria Verdad y Justicia, tras la enorme movilización a Plaza de Mayo el 1° de noviembre.
Ejemplo de ataque
El caso Maldonado, además de haberse convertido en una causa popular, es también en este sentido un ejemplo de cómo el sector de la clase capitalista en el poder enfrenta y enfrentará las luchas por venir: represión abierta en el epicentro del conflicto, invisibilización mediática y persecución judicial.
La relevancia de este caso se explica por la gravedad y dramatismo de contar un nuevo desaparecido y por el rechazo que genera en amplios sectores de la población las causas de derechos humanos. Pero similar desenvolvimiento hemos visto ante los casos de AGR Clarín el verano pasado, con PepsiCo hace algunos meses o en el ingenio Ledesma recientemente. Mencionamos estos casos porque en estas semanas de anuncios de “reformas” es de esperar que sigan proliferando conflictos similares y el gobierno de Macri deja en claro cuál será su receta para tratarlos.
De manera tal que cuando decimos “Santiago somo todxs” es porque las luchas obreras, docente-estudiantiles, ambientales, del movimiento de mujeres, tendrán el mismo marco que la lucha de los pueblos originarios con el macrismo y sus aliados enfrente. Por eso, es que para quienes exigimos justicia por Santiago Maldonado no nos queda otra alternativa que la solidaridad de clase y la movilización permanente. Quien diga otra cosa nos estará queriendo vender un buzón (posiblemente electoral). La historia así lo enseña, nunca hemos conseguido nada sin lucha, sin unidad, sin salir a las calles. En tiempos que parecen más nublados que lo habitual, no nos queda otro camino.
Justicia por Santiago.
Fuera Bullrich.
El Estado es responsable.
Por Facundo Anarres, docente y militante del PRC.
Carta de los familiares a todas las plazas del país el 01/11/17: “Hoy se cumplen 3 meses de la última vez que se lo vió con vida a Santiago”
La última imagen que se tiene de él es durante el operativo represivo ilegal que la Gendarmería desplegó en la Pu Lof de Cushamen, en la Provincia de Chubut el 1ro de agosto de 2017.
En estos 3 meses, pasamos muchas cosas dolorosas y difíciles, primero en la búsqueda de Santiago, y luego la aparición de su cuerpo sin vida.
Estamos tristes y dolidos.
Tan tristes que nos es imposible poner en palabras nuestro dolor porque Santiago todavía no puede descansar.
Junto a ustedes pedimos de forma pacífica que se sepa la verdad.
Vamos a seguir luchando con firmeza hasta que nos digan qué hicieron con Santiago y se haga Justicia.
Queremos darles las gracias a todas las personas que nos acompañan en las plazas de Argentina y el mundo.
Sepan que son el motor por el cual podemos seguir reclamando.
Santiago ya es parte de nosotros, sus ideas y su solidaridad seguirán vivas a través del tiempo.
¡Justicia por Santiago y por todos!