La creación de empleo en Argentina está en ascenso desde hace ya más de un año. La tasa de desempleo llegó al 6,9 % en el segundo trimestre del año y la tasa de empleo (proporción de la población ocupada sobre la población total) fue del 44,6%(1), cifras muy similares a las de 2008, cuando fue el fin del llamado “viento de cola”. A su vez hay que remarcar que gran parte de estos nuevos puestos de trabajo no son registrados o se dan en condiciones cada vez más precarias. La caída del salario se acentúa cada vez más. De acuerdo con los datos oficiales, en los últimos cuatro años fue del 20% pero en realidad esta tendencia ya lleva más de una década y nuestros bolsillos dan cuenta de que ha sido mucho más pronunciada.
Este combo de suba en niveles de empleo, peores condiciones laborales y deterioro del poder adquisitivo está provocando un incremento en las luchas. Al conflicto del neumático debemos sumar los de peajes, empresas lácteas y marítimos como a su vez conflictos docentes y otros en varias provincias, en el que sin dudas será el inicio de la búsqueda de mejores salarios y condiciones.
A esta realidad la burguesía quiere responder avanzando sobre el derecho de huelga. En las últimas semanas asistimos a las fascistas declaraciones de Espert que habló de «Cárcel (6 meses a 3 años) o bala» para los directivos del SUTNA y luego «Sindicato que cierra empresas, sindicato al que hay que sacarle la personería gremial». El repudio del Frente de Todos a estas declaraciones por violar derechos constitucionales suena un tanto hipócrita cuando el propio ministro Moroni realizó una presentación ante la Justicia Federal, solicitando la intervención de la misma ante la permanencia de directivos del SUTNA en el edificio de Callao; o ante el silencio “estampa” sobre la detención en San Nicolás de dos sindicalistas pertenecientes al Sindicato de Camioneros,el dirigente gremial Fernando Espíndola y Maximiliano Cabaleyro, referente del gremio y concejal del Frente de Todos, acusados del bloqueo del ingreso a una pyme de San Pedro, en el marco de un conflicto gremial en febrero de 2021.
A lo dicho, sumamos la aparición de proyectos como el de la senadora Carolina Losada, de Juntos por el Cambio, que impone penas de cárcel de dos a cuatro años a trabajadores, “sindicalizados o no”, que participen de bloqueos en empresas. La acompañan en la embestida una decena de legisladores de esa fuerza, como Alfredo Cornejo (UCR), Luis Naidenoff (UCR), Stella Maris Olalla (UCR), Eduardo Vischi (UCR) y Guadalupe Taglarierri (PRO). Advierten que “nos encontramos en un escenario de conflictividad sindical creciente”, que tiende a agravarse por “la inminente recesión económica”, ante lo cual consideran necesario anticiparse con la aprobación de leyes represivas.
Vemos claramente que la clase patronal al frente del Estado opta por criminalizar la protesta para así obtener la paz social que reclaman para seguir avanzando sobre condiciones laborales y salarios. Mientras, por el lado de la clase trabajadora, las centrales obreras también apuestan por esa paz social como dijo Yasqui: “Hoy Massa está tomando medidas que son necesarias para que este país no salte en pedazos y que son dolorosas”.
Ante esta avanzada patronal con la siempre servil venia de la mayoría de los dirigentes gremiales, las y los trabajadoras y trabajadores tenemos que oponer una política propia, que parta de reconocernos como clase social con intereses opuestos a los de la burguesía y con la claridad de que esta lucha es hoy y en las calles con nuestros métodos de acción: la asamblea resolutiva y la huelga. El triunfo de los trabajadores del neumático demuestra que es posible desarrollar esta perspectiva, aún cuando la mayoría de las conducciones peronistas insisten en querer apaciguar las aguas diciendo que “no dan las fuerzas para otra cosa”.
Hoy debemos solidarizarnos con cada lucha ya que son la expresión concreta de esta realidad. Es allí, en estas batallas cotidianas donde se dirime el futuro próximo.
También tenemos que plantearnos que al modelo de sociedad donde unos pocos se llevan lo producido por millones hay que derribarlo de lleno y construir una sociedad de iguales donde la producción esté al servicio de las necesidades de quienes la realizamos. En lo inmediato tenemos que apoyarnos en los procesos genuinos que surgen desde las bases; tenemos que ir de lo pequeño a lo grande, de lo local a lo más general, con paciencia y, fundamentalmente ayudando a construir en ese proceso una dirección política capaz de direccionar las luchas al enfrentamiento de clases.
Equipo de El Roble.
(1) Informe del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma: Tensiones entre empleo, desempleo y precarización