Somos 5 docentes despedidxs de un bachillerato popular, que abrió sus puertas en el año 2010 y que desde 2011 está reconocido como escuela pública de gestión estatal.
Trabajamos en esta escuela desde que abrió, con amor, dedicación y profesionalismo intachables, incluso sin cobrar un solo peso durante los primeros años y donando desinteresadamente nuestros sueldos de un año completo en beneficio del colegio. Tanto dentro como fuera del aula, no existen tareas que no hayamos realizado, desde administración y secretaría, hasta albañilería y electricidad. Todo lo que puedan imaginar que hace falta hacer para que una escuela funcione, lo hicimos.
El día jueves 18 de febrero nos comunicaron que no podíamos continuar trabajando en el colegio, que no podíamos dictar clases y que en consecuencia dejaríamos de percibir nuestro salario. En una palabra, que estábamos despedidxs.
Quienes nos despidieron son un grupo de docentes y personas del espacio en que funciona la escuela, acaudilladas por un puntero político y dirigente de la Corriente Política 20/21, que vive del “sueldo” que le paga una diputada porteña del FPV. Este personaje (que no es docente, pero dicta clases) y sus seguidores, se propusieron controlar la escuela y eliminar toda disidencia en beneficio de su partido político y sus prácticas clientelistas.
Entre 2008 y 2013 el individuo que dirige esta caza de brujas macartista pertenecía a Proyecto Sur, era anti-kirchnerista y solía utilizar las aulas del bachillerato a modo de local proselitista. Entre 2010 y 2011 lxs docentes, literalmente debíamos correr los afiches gigantes con la cara de Pino Solanas para poder ingresar a las aulas. Más tarde, en 2013, este puntero a sueldo se pasó de Proyecto Sur al kirchnerismo entre gallos y medianoche, de la mano de la diputada Claudia Neira. Fue entonces cuando sorpresivamente y de manera inconsulta, llevó la bandera del bachillerato a marchar detrás de la Juventud Sindical Peronista. Nosotrxs tuvimos la osadía de protestar. Y ese fue el inicio de la persecución que hoy termina en estos despidos.
El argumento “formal” que utilizaron para justificar los despidos es nuestra ausencia durante 2015 a una asamblea docente que se realiza los sábados cada 15 días, en un horario en el cual nosotrxs trabajamos en otro sitio.
Lo más escandaloso es que el mismísimo dirigente que impulsa los despidos, según consta en su propio registro, solo asistió a 2 asambleas en todo el año. Si respetaran su propio criterio tendrían que despedir prácticamente a la mitad del cuerpo docente. Esta evidencia prueba que los despidos son selectivos.
Precisamente en el ámbito de esas asambleas y desde mediados de 2013 en adelante, fuimos sistemáticamente hostigadxs por este grupo neokirchnerista, que se dedicó por todos los medios a agredirnos y expulsarnos, a tal punto que en el año 2014 intentaron (entre otras movidas) forzarnos a firmar nuestras “renuncias anticipadas” a los fines de extorsionarnos y allanar el camino legal a los despidos, una práctica desconocida incluso en las escuelas privadas más retrógradas.
Dado el clima de agresión reinante y el estrés psicológico que veníamos sufriendo, en los últimos meses de aquel año tuvimos que dejar de asistir a la asamblea de los sábados por primera vez en 4 años. Acto seguido, el grupo kirchnerista emitió una resolución inédita en la historia de la escuela: despedirían a aquellxs que no asistieran a la reunión de los sábados, que nunca antes había sido obligatoria. Una medida claramente dirigida a expulsarnos.
Al poco tiempo, durante las primeras 5 asambleas realizadas en febrero-marzo de 2015, fuimos nuevamente hostigados desde el primer momento, insultadxs (nos gritaban frente a todo el mundo “forrxs”, “boludxs”, etc.), amenazados verbal y físicamente (se nos paraban de manos y nos desafiaban a pelear). Incluso fuimos testigos de la expulsión de un grupo de estudiantes que pretendían participar sin derecho a voto.
Todo esto fue realizado con el objetivo explícito de cerrar una de las asignaturas en las que trabajábamos, con el argumento de que “no se sentían representadxs en lo ideológico”.
A dos días de comenzar el ciclo lectivo, la asignatura fue eliminada de manera exprés con 18 votos a favor, en medio de un clima de violencia, amenazas de expulsión y prohibiendo expresamente la participación estudiantil, en un bachillerato en el cual, entre estudiantes y docentes, éramos aproximadamente 120 personas.
En esas circunstancias y ante la “desaparición forzada” de una de las materias en la que impartíamos clases, 4 docentes nos vimos obligadxs a trabajar durante todo el año escolar en las peores condiciones imaginables, amontonadxs en el espacio y el tiempo de una sola materia (los miércoles de 21 a 22:15)
Desde ese momento y encontrándonos en franca minoría, no tuvimos más alternativa que dejar de asistir a las asambleas docentes, porque el grado de acoso era imposible de sobrellevar.
De manera que estos despidos son fruto de un largo ciclo de hostigamientos realizados durante años, con el propósito de echarnos de la escuela. El verdadero móvil responde a la persecución política que pretende “limpiar” de compañerxs de izquierda el bachillerato, en beneficio de la construcción particular de un partido político neokirchnerista.
Desde el año 2013 a esta parte, manipulando las voluntades en la asamblea y tejiendo consensos espúreos, este sector se avocó de lleno a intentar evitar que realicemos actividades tales como jornadas de formación sindical, porque les incomodaba que entre los invitados estuvieran referentes del sindicalismo antiburocrático como Néstor Marcolín (Línea 60), Claudio Dellecarbonara (Metrodelegado línea B), compas de LEAR y Gestamp. Nos acusaron infantilmente de ser miembros del PTS, en una actitud macartista. Intentaron impedir que visitemos la Escuela Recuperada Carlos Fuentealba para realizar una jornada de formación con compas docentes del MPLD, negándonos un préstamo para el micro, de 500 pesos del fondo común (es decir, la plata de todxs que ellxs administran con criterio ideológico), bajo el argumento retrógrado de que “se trataba de una actividad política y no pedagógica”. Trataron de boicotear una clase abierta antirepresiva porque entre los invitados se encontraba María del Carmen Verdú de CORREPI. Y un largo etcétera…
Hoy por hoy, las y los docentes despedidos tenemos prohibido el ingreso al aula y a la escuela. Y desde hace un año nos impiden firmar el libro de asistencia del personal, pese a que no registramos ni una sola inasistencia en 5 años, en una actitud extorsiva y amenazante.
Por todo esto, pedimos la solidaridad de todas la organizaciones obreras y populares y agradecemos cualquier colaboración en lograr la más amplia difusión del conflicto.
NO A LA PERSECUSIÓN POLÍTICA
NO A LOS DESPIDOS EN LA ESCUELA PÚBLICA
Docentes despedidxs de la UGEE Nº12 D.E.12 / Bachillerato Popular 20 Flores
Contacto: 11-3861-9190
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